Anema e Core - Mis restaurantes

Sorpresa estupenda sin buscarla siquiera

Llegamos a Anema e Core por azar, buscando un sitio para comer un día de diario en la zona centro de Madrid, por Opera. En una pequeña calle vemos la carta en una vitrina. Nos atrae que tienen un menú por 40 € por persona que incluye todo con múltiples platos. Dudamos lo que era a elegir. Entramos y nos dicen que entra todo el menú, 8 platos en total pero que no son completos, que son degustación. Adelante, dejamos Madrid y vamos a Italia. 
Comenzamos con un Aperol fantásticamente preparado, el mejor que he tomado, ni en Italia, que los dejan un poquito más fuertes. Justo de sabor, equilibrado, acompañado de un pequeño aperitivo. Pasamos al menú. Eran platos de la carta, tal cual, que nos daban uno para cada dos personas. Es decir, al final, en cantidad comes 4 platos completos.
El vino que puedes seleccionar también es italiano. Hasta el agua mineral y la cerveza es italiana. No me gustó, como es habitual, que no me ofrecieran agua del grifo, pero como en este caso iba todo incluido es un mal menor y es muy difícil traer un grifo de agua italiana.
Comenzamos con una burrata, plato sencillo, pero iba sobre una cama de varios tomates, incluyendo secos y algo confitados que era realmente buena. Seguimos con la Parmigiana di Salvatore, en la foto. El crujiente de parmesano que hacía de contenedor y su contenido, impresionantes.
Desfilamos por un pulpo a la brasa, y pasamos a un Di fassone riquísimo. Bien macerado y equilibrado.
Un vitello tonnato muy correcto vino a nuestra mesa y después de esos "entrantes" pasamos a la pasta. Un plato de cannoli rellenos de rabo de buey en salsa de foie (quizá la salsa menos espesa sería mejor) y otro de tagliolini a la trufa con pecorino y huevo escalfado. Impresionantes y aromáticos. Cerramos con un arroz meloso de carabineros en un punto perfecto.
A estas alturas ya no nos cabía nada y nos quedaban los dos postres, un rico tiramisú y un bizcocho de naranja muy bueno.
Cerramos con un rico café al modo italiano, cortito y de calidad, y un sorprendente limoncello que hacen ellos mismos (no es una destilería ilegal, usan un alcohol italiano que es para ello y es casi un tipo cóctel mezclado).
El servicio es muy cercano y agradable y el chef un encanto, lo que agradecemos a todos ellos.
Aunque parezca increíble, lo que diría para mejorarlo es que las raciones fuesen más pequeñas. Comes tanta cantidad que no llegas con suficiente hambre al final para disfrutarlo.


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